
Cuando hablo de tecnología, tal vez una de las primeras pruebas que todo el mundo querría hacer es con el TELÉFONO MÓVIL. ¿Será verdad que tiene efectos negativos sobre nuestra salud?
«Entonces ¿a todo el mundo que habla por el teléfono móvil le pasa eso?», esta es la única respuesta que se me ocurre: no se puede generalizar. No a todo el mundo le sucede siempre lo mismo; ni siquiera a una persona le sucede siempre lo mismo. Depende de tantos factores que intentar una investigación «científica» es realmente muy complicado.
Se puede experimentar una pérdida de energía considerable, así como una desorganización de los patrones energéticos. La pérdida de energía nos deja en un estado más vulnerable. La desarmonización, también. No importa si soy terapeuta o ingeniero (o ambas cosas).
Los campos externos también afectan a mi campo energético y me pueden desestabilizar, aunque la actividad que esté realizando sea muy espiritual. Y tomo conciencia de hacer algo al respecto. Cuando uno está trabajando en un entorno ruidoso, eso puede acabar desgastándole muchísimo. ¿A todo el mundo le ocurre esto? No.
El campo típico de un adolescente suele ser muy abierto y muy roto, porque en esta etapa de la vida están descubriéndolo todo. De ese modo, si le dices que es un desastre, se lo cree, porque no tiene defensa. Además, el ruido le afecta todos los sistemas: entran en total carencia energética, solo por un sonido de fondo. Imaginad lo que les puede ocurrir a quienes trabajan en condiciones muy ruidosas.
Los adultos estamos tan poco acostumbrados a escuchar nuestro propio cuerpo que ni siquiera nos damos cuenta de si algo nos sienta bien o mal. Los niños, sin embargo, son más receptivos. Con los años normalmente perdemos la capacidad de estar atentos a nuestro propio cuerpo. La educación a veces nos hace aceptar casi cualquier cosa, y ya no sabemos qué es lo que nos armoniza y lo que nos desarmoniza. Ojalá sepamos hacer que los niños no pierdan esa capacidad de autoescucharse.
La palabra en sí misma tiene un poder. Puede cambiar incluso la forma de los cristales de agua – aproximadamente un setenta por ciento de nuestro organismo es agua.
Durante los primeros años de vida, el campo energético de los niños está totalmente vinculado al de los padres. Por tanto, cuanto más centrados, armonizados y en paz estemos los padres más probabilidades tendremos de criar hijos que no tengan problemas ni conflictos. Obviamente, eso no significa que los niños no necesiten ayuda en determinados momentos; solo intento remarcar el importante papel que tenemos los padres y educadores. Si no eres capaz de amarte lo suficiente para hacer todo lo posible por estar bien por ti mismo, ¡hazlo por tus hijos!
También quienes nos rodean ejercen una influencia sobre nosotros. Es muy divertido hacer la prueba con dos dedos de dos personas simultáneamente, de modo que se vea la afinidad energética entre ellas. Por ejemplo, la primera imagen corresponde a dos personas que no se conocen, y que de entrada no sienten demasiada afinidad; en realidad había un poco de desconfianza entre ellas. La segunda imagen corresponde a una de las anteriores personas con su novio. Se puede apreciar perfectamente cómo le lanza una llamarada de energía a su pareja (la imagen inferior), y se crea un campo común de energía.
El cuerpo tiene «memoria» y unos puntos débiles por donde siempre pierde energía. El simple hecho de ver un telediario, de hablar por el móvil, de beber un trago de alcohol…, todo lo que hacemos nos afecta. Si comemos viendo el telediario, tenemos que ser conscientes de que estamos «comiéndonos» las noticias, el miedo, la violencia, la agresividad. Cada uno sabrá lo que hace.