Digital

El alto precio del desorden no físico

Estamos saturados de desorden no físico. En concreto, la tecnología moderna ha generado desorden digital en forma de un exceso de correos electrónicos, archivos y cuentas de internet.

Si a eso le sumamos la cantidad de reuniones y otras tareas que debemos atender, parece imposible tenerlo todo bajo control. Para disfrutar de un estilo de trabajo que nos dé verdadera alegría, necesitamos ordenar todos los aspectos de nuestro trabajo, no solo nuestro espacio físico.
Según un estudio, un administrativo típico dedica en torno a la mitad de su jornada laboral a responder correos electrónicos y tiene una media de 199 correos sin abrir en su bandeja de entrada en un día cualquiera. El Center for Creative Leadership (Centro para un Liderazgo Creativo) refirió que el 96 por ciento de los empleados piensan que pierden el tiempo ocupándose de correos innecesarios.

Además, casi la tercera parte de los programas instalados en la mayoría de los ordenadores no se usan nunca. Solo con estos ejemplos queda claro que estamos inundados de desorden digital mientras trabajamos.
¿Y qué me dices de la información que necesitamos para usar las distintas cuentas de servicios por internet? Un usuario de internet medio tiene 130 cuentas por dirección de correo electrónico. Incluso considerando que algunas pueden combinarse y administrarse en una sola cuenta, como Google o Facebook, la cantidad requerida de nombres de usuario y contraseñas continúa siendo impresionante. Y piensa únicamente en lo que ocurre cuando se te olvida la contraseña. Escribes una combinación de posibles nombres de usuario y contraseñas sin éxito, y acabas dándote por vencido y cambiándola.
Por desgracia, las estadísticas demuestran que tenemos muchas probabilidades de repetir esta experiencia. Según un estudio sobre trabajadores de Estados Unidos y Reino Unido, la pérdida de productividad por olvidar o perder contraseñas asciende como mínimo a 390 euros anuales por empleado. En una empresa que tiene unos veinticinco empleados, supone más de 9.100 euros al año. Quizá deberíamos crear un «fondo por pérdida de contraseñas» que transfiriera automáticamente un donativo cada vez que alguien olvidara su contraseña y utilizar la recaudación para beneficiar a la sociedad.

Las reuniones también ocupan un gran porcentaje de nuestra jornada laboral. El administrativo medio pierde dos horas y treinta y nueve minutos semanales en reuniones improductivas. En una encuesta a altos directivos realizada por investigadores, la mayoría de los encuestados expresó su insatisfacción con las reuniones de empresa, aduciendo que eran improductivas e ineficaces, interferían en asuntos más importantes y no conseguían unir más al equipo. Las reuniones se celebran por el bien de la empresa, pero, paradójicamente, los altos directivos, precisamente los responsables de convocarlas, las consideran perjudiciales. El coste de las reuniones improductivas asciende a casi 365.000 millones de euros anuales. Cuando pienso en esto, junto con las pérdidas debidas a contraseñas olvidadas y los 81.400 millones de euros desperdiciados en el tiempo dedicado a buscar objetos extraviados, no puedo evitar preguntarme cuántos ingresos podría generar el gobierno cobrando impuestos por esta clase de desorden. Es de locos, lo sé, pero aun así…

Por ahora, basta con que tengas en cuenta que tendrás que superar unos cuantos obstáculos para conseguir que tu trabajo te dé alegría. Eso significa que tus posibilidades de mejorar son muchas. Imagina que no solo has organizado tu mesa, sino también todos tus correos electrónicos, archivos y otros datos digitales, y que llegas bien a las reuniones y diversas tareas que tienes programadas. Piensa en la alegría que eso podría darte en el trabajo.

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