Bussines · Personal

¿Porqué ordenar?

¿Qué es lo primero que ves cuando llegas a casa por la tarde?
Para muchos, ¡una casa sucia significa, cosas y más cosas!

En la oficina significa montañas de documentos, clips sueltos, cartas sin abrir desde quién sabe cuándo, libros por leer y un ordenador portátil cubierto de notas adhesivas para recordar las tareas pendientes. Y debajo de la mesa a menudo hay bolsas. Estoy segura de que la mayoría de las personas suspiran hondo al ver su mesa así y se preguntan cómo van a poder trabajar con lo desordenada que está.

Varios estudios demuestran que el desorden nos sale mucho más caro de lo que podríamos imaginar, y en muchos sentidos. En una encuesta realizada a mil adultos estadounidenses en activo, el 90 por ciento pensaba que el desorden tenía un impacto negativo en su vida. Las principales razones que dieron fueron que reducía la productividad, propiciaba una actitud negativa, disminuía la motivación y reducía la felicidad.
El desorden también tiene efectos adversos en la salud. Según un estudio realizado por científicos de la UCLA, estar rodeados de demasiadas cosas incrementa las concentraciones de cortisol, una de las principales hormonas del estrés. Si nuestras concentraciones de cortisol se mantienen elevadas de forma permanente, pueden aumentar nuestra propensión a la depresión, el insomnio y otros trastornos mentales, así como a trastornos físicos relacionados con el estrés como cardiopatías, hipertensión y diabetes.

Además, investigaciones de psicología recientes demuestran que un entorno desordenado pone a prueba al cerebro. Cuando están rodeados de desorden, nuestros cerebros se encuentran tan ocupados registrando todas las cosas que hay alrededor que no podemos concentrarnos en lo que deberíamos hacer en cada momento, como abordar el trabajo que tenemos sobre la mesa o comunicarnos con los demás. Estamos distraídos, agobiados y nerviosos, y nuestra capacidad para tomar decisiones se reduce. El desorden, según parece, solo trae sufrimiento. De hecho, los datos demuestran que las personas como yo, que se entusiasman cuando ven una habitación desordenada y no pueden esperar a ordenarla, son una excepción.
Pero las personas no son las únicas afectadas. El desorden también es malo para el negocio. ¿Alguna vez te has pasado horas buscando algo en la oficina? ¿O incluso lo has perdido para siempre? Casi la mitad de los administrativos refieren perder un objeto importante relacionado con el trabajo al año. Puede ser un archivador, una calculadora, una unidad de memoria, un maletín, un ordenador portátil o un teléfono móvil. Reponer los artículos extraviados no solo cuesta dinero, sino que el hecho de perderlos provoca estrés emocional y genera residuos innecesarios que dañan el medio ambiente. No obstante, el mayor desperdicio es el tiempo invertido en buscarlos. Los datos demuestran que la búsqueda de objetos perdidos supone, de media, una semana de trabajo anual por empleado. En un período de cuatro años, eso equivale a un mes entero. Solo en Estados Unidos, esta pérdida de productividad, en términos económicos, asciende a casi 81.400 millones de euros anuales. Eso representa más del doble de las ganancias conjuntas de las cinco corporaciones más grandes del mundo.
Por impactantes que sean las cifras, esa es la realidad. Los efectos del desorden pueden ser devastadores. Sin embargo, no hay por qué preocuparse. Todos estos problemas se pueden resolver ordenando.

Ordenar era mi pasión desde hacía años, y ya tenía el fuerte presentimiento de que poner la casa en orden podía cambiarle la vida a las personas. Pero en ese momento me di cuenta de que también era importante hacerlo en el espacio de trabajo. Sentada a mi mesa, que me parecía otra, presentía que tenerla ordenada me haría el trabajo más ameno y me ayudaría a amarlo.

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