
Cada vez con mayor insistencia, empresarios y directivos se plantean la adopción de una estrategia de comunicación para sus marcas.
No saben qué estrategia, pero sí que “algo hay que tener” en este mundo de infoxicaciones, saturación, ruidos y pelea por la atención de los ciudadanos.
Es un punto de partida, pero recordad que, si queréis que esta estrategia funcione, además de asumir esa necesidad hay que dar una buena respuesta a unas cuantas preguntas.
Aquí van algunas:
¿Estás convencido realmente de que necesitas una estrategia de comunicación o es que simplemente estás viendo que las empresas de tu alrededor integran en sus organizaciones o contratan de forma externa servicios de este tipo?
¿Estás realmente dispuesto entonces a invertir en comunicación, que no es lo mismo que el marketing ni que la publicidad, para aumentar la confianza que despiertas en tu comunidad?
Y una cuestión más: ¿estás dispuesto a cumplir durante un tiempo más o menos prudencial con la estrategia de comunicación que hayas adoptado?
Todo esto que os digo puede resultaros demasiado obvio, pero en la vida real no lo es.
El ‘guadianismo’ en la comunicación es un clásico. Y sin querer haceros un spoiler, sí que os tengo que advertir de algo: no funciona.
O se trabaja a largo plazo y con una cierta constancia o es muy difícil que funcione. Y os aseguro que en este terreno, como en tantos otros, no es fácil perseverar. Muchas empresas e instituciones empiezan con fuerza porque piensan que “algo hay que hacer”, pero luego su esfuerzo se diluye en el día a día, entre otras razones, porque la inercia se traga sus buenas intenciones.