Energía

Todo es pasado

Hay una región cerebral decisiva para el proceso del almacenamiento de la memoria, que se conoce como el hipocampo.

Se trata de una pequeña estructura en forma de herradura, ubicada en el centro del cerebro, que resulta clave a la hora de crear nuevos recuerdos, pero también para reunificar los fragmentos olvidados; es decir, las distintas piezas de información que vuelven nuevamente a unirse para que uno pueda evocar y recordar experiencias pasadas.

Se sabe que si alguien sufre daño cerebral en el hipocampo como consecuencia de una enfermedad o de una lesión, tendrá un problema insalvable para aumentar la capacidad de su memoria porque no podrá crear ni conservar nuevos recuerdos aunque, en otros aspectos, parezca una persona normal. Una situación de estrés continuada, real o imaginaria, puede acabar reduciendo el volumen del hipocampo, con lo que se dificulta también la reunificación de la memoria.

En síntesis, lo que se ha descubierto es que imaginar el futuro y recordar el pasado son entramados muy parecidos. La memoria no sólo sería vital para recordar lo que aconteció —eso lo sabíamos de sobra—, sino también para anticipar el futuro. Ver e imaginar son cosas muy similares. Solíamos pensar en la memoria como algo que únicamente se refería al pasado, pero, muchas partes del cerebro que se activan al recordar lo hacen también al imaginar el futuro. Se trata de un aspecto de la memoria cuya importancia deberíamos tener más en cuenta: lo mucho que la utilizamos para imaginar y planear nuestro futuro, para imaginar y prever nuestro destino personal.

La memoria no sólo nos sirve para recomponer el pasado, para explicarnos lo que ha sido nuestra vida, sino para concebir, para diseñar, para pensar lo que será nuestro futuro. Es impresionante constatar una y otra vez que la separación supuesta entre futuro y pasado, entre vida y no vida, entre lo que es inerte y lo que está vivo, es más borrosa cada día que pasa. Pero vayamos por partes, antes de sacar las conclusiones alucinantes que señala la activación simultánea de áreas cerebrales idénticas para recordar e imaginar.

Entre estas conclusiones figura, desde luego, nuestra incapacidad de predecir el futuro.
Cuando observamos el cerebro, ciertamente resulta difícil encontrar un solo lugar en el que se aloje un recuerdo concreto, como el de una experiencia pasada. Ahora sabemos que hay regiones cerebrales que son importantes para el almacenamiento de cierto tipo de información. Sin embargo, el recuerdo de una experiencia concreta se compone de fragmentos de información que se almacenan en varios lugares distintos del cerebro, y cuando recordamos, cuando tenemos la experiencia de rememorar el pasado, lo que sucede es que estos pedacitos de información vuelven a unirse desde las diferentes partes del cerebro. Esa recomposición de pedazos es lo que da lugar a lo que experimentamos como recuerdo.

No es difícil construir uno mismo esta recomposición de las piezas del recuerdo. El proceso de formación de recuerdos activa las siguientes regiones de nuestro cerebro:

1. corteza sensorial,

2. sistema límbico (amígdala-hipocampo),

3. tálamo,

4. corteza prefrontal.

Tanto si miras adelante como atrás somos memoria del pasado. Es una trama sorprendente la de un futuro fabricado con retazos de la memoria del pasado.

Las mismas zonas, pero en distinto orden, se activan cuando imaginamos lo que podría ocurrir en el futuro:

1. sistema límbico (amígdala-hipocampo),

2. corteza sensorial,

3. tálamo,

4. corteza prefrontal.

Parecería que el futuro ha dejado de ser lo que era. La realidad, no obstante, es que la mente del paciente apenas se ve impactada. Es el cerebro social. El pasado pergeña el futuro de manera casi indeleble y que cuando la huella de una nueva experiencia deja rastro en el cerebro lo hace en la perspectiva temporal del largo plazo, no del tiempo geológico, pero casi.

El mundo figurado que viene está hecho de retazos sacados de distintos lugares de la memoria y, muy particularmente, del hipocampo. Imaginar es casi idéntico a ver. De hecho, existen imágenes de resonancias magnéticas en las que puede verse cómo se activan las mismas partes del cerebro al recordar el pasado o al imaginar lo que se hará en el futuro.

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