Energía

Los tres mundos

En el cráneo se halla “el tablero de los conmutadores” que controla las actividades del cuerpo.

Toda función del hombre que tenga lugar debajo del cuello, tiene su control desde un centro de conciencia del cerebro. La prueba de esto es que cualquier lesión producida en determinados centros del cerebro, produce la paralización de varias partes del cuerpo. La ciencia médica sabe ahora que la médula espinal es una prolongación del cerebro, y algunos hombres con autoridad científica afirman que la médula es capaz de tener inteligencia, a lo largo de todo su recorrido.

El cerebro está lleno de cámaras abovedadas y galerías. La médula espinal es la serpiente de los antiguos. Cada órgano del cuerpo físico esta reproducido en el cerebro, en donde está copiado por la ley de analogía. Hay dos formas humanas embriónicas, una masculina y otra femenina, entrelazadas en el cerebro. Éstas son el Yin y Yang de la China, los dragones blanco y negro mordiéndose entre si. Una de estas figuras tiene como órgano de expresión la glándula pineal, y la otra, el cuerpo pituitario. Estas glándulas de secreción interna, son dignas de consideración, pues ellas son factores de suma importancia en el desarrollo de la conciencia humana. Aunque aparecen como no teniendo ninguna función, no están atrofiadas, y como la Naturaleza no preserva ningún órgano innecesario, ellas deben tener un rol muy importante.

Es conocido que estas glándulas son mayores y más activas en las mentalidades con un alto grado de desarrollo y lo contrario ocurre en las de desarrollo inferior; y, en ciertos idiotas congénitos, ellas son muy pequeñas. Estas dos glándulas son llamadas la cabeza y la cola del dragón de la sabiduría. Ellas son los polos de cobre y de zinc de un circuito eléctrico, que tienen al cuerpo entero como una batería.
El cuerpo pituitario (que descansa en la “silla turca” del hueso esfenoide, directamente detrás y un poco debajo del puente de la nariz y conectado con el tercer ventrículo por un fino canal llamado: infundibulum) es el polo femenino, o centro negativo, que tiene a su cargo la expresión de la energía física. Su actividad regula en alto grado el tamaño y peso del cuerpo.

Es también un termómetro que revela los desórdenes que hubieren en cualquiera de las cadenas de las glándulas internas. La endocrinología (estudio de las glándulas internas y sus secreciones) esta todavía en un estado embrionario, pero algún día, se revelará como lo más importante de la ciencia médica. En el extremo opuesto del tercer ventrículo y un poco más arriba, está la glándula pineal, la cual no deja de semejarse a una piña (de la cual toma su nombre).

Se nos dice que en épocas remotas la glándula pineal era un órgano de orientación, por el cual el hombre conocía el mundo espiritual, pero que, con la aparición de los sentidos materiales y los dos ojos objetivos, dejó de usarse. El campo psíquico de los niños es mucho más sensitivo que en los adultos. Se supone que la glándula pineal secreta un aceite, el cual es llamado resina, la vida del pino. La glándula pineal es la cola del dragón y en un extremo tiene una pequeña protuberancia parecida a un dedo. Es un órgano espiritual, destinado, más tarde, a ser lo que fue al comienzo, esto es, el eslabón de enlace entre lo humano y lo divino.

En el medio del cerebro y rodeado por las circunvoluciones, está el tercer ventrículo, una cámara abovedada de iniciación. Alrededor de ella se sientan los tres reyes, tres grandes centros de vida y fuerza – el cuerpo pituitario, la glándula pineal y el thalamus óptico. En esta cámara hay, también una pequeña simiente como arenisca, la cual está indudablemente, conectada con el arca del rey que se halla en la Gran Pirámide. Se supone que el tercer ventrículo es el sitial del alma, y se dice que el aura que rodea la cabeza de los santos y sabios, representa el resplandor dorado que irradia este tercer ventrículo.

Entre los ojos y justo arriba de la raíz de la nariz, hay una dilatación en el hueso frontal del cráneo que es llamado el seno frontal. La ligera comba producida por la dilatación de este hueso, es conocida en frenología como el asiento de la individualidad. Es este lugar donde se colocan las joyas en la frente de los Buddhas, Cuando se estudia el cuerpo humano, clarividentemente, ese pequeño punto aparece, siempre, como un centro o punto negro y no puede ser analizado.

La cruz, desde luego, representa el cuerpo humano. Su parte superior es la cabeza del hombre, irguiéndose sobre la línea horizontal de los dos brazos abiertos. Como ya lo dijéramos, las grandes iglesias y catedrales del mundo han sido construidas en forma de cruz, y contienen (donde estaría la cabeza) el altar con sus velas encendidas. Estas velas simbolizan los centros espirituales que se hallan en el cerebro, y la costumbre de colocar una ventana sobre el altar, sugiere el delicado lugar que se halla en la parte superior del cráneo.

El hueso en forma de ala, que la ciencia médica conoce como esfenoide, es el escarabajo egipcio, llevando en sus garras el cuerpo pituitario y teniendo, también, en lo alto, las centelleantes chispas de la inmortalidad localizada en el seno frontal.
Se nos dice, en las mitologías antiguas, que los dioses bajaban del cielo y andaban entre los hombres, instruyéndoles en las artes y ciencias. De manera similar, los poderes divinos del hombre, descienden del mundo celestial de su cerebro para llevar a cabo la obra de construir y reconstruir las sustancias naturales. Se nos dice que al final de la evolución del cuerpo humano, éste se irá disolviendo lentamente retornando al cerebro (que fue su origen) hasta que no quede nada más que siete centros globulares irradiando siete sentidos de percepción perfectos, que son los espíritus ante el trono y los salvadores que son enviados al mundo para redimirlo por medio de los siete períodos de su desarrollo.

El hombre es una planta invertida; se nutre del sol como la planta lo hace de la tierra. Así como la vida de la planta asciende por su tronco para nutrir sus ramas y hojas, la vida del hombre (arraigada en el cerebro) desciende para producir el mismo resultado. Esta vida descendente se simboliza por el mundo de los salvadores, que bajan al mundo para morir por los hombres. Más tarde, estas vidas retornan al cerebro, en donde ellas glorifican al hombre ante todos los mundos de la creación.

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