Hoy en día, sabemos que tenemos un teléfono móvil en el bolsillo y que fácilmente podemos usarlo para hablar con nuestros amigos en otros países desde cualquier parte del mundo.
Nos parecería muy extraño si no pusiéramos hacer eso nunca más. Cada uno de nosotros tiene un televisor donde puede ver, por ejemplo, un torneo de golf que tendrá lugar en el otro lado del mundo. Veremos en tiempo real el resultado de cada golpe, casi tan pronto como lo hace el mismo jugador.
Si vemos volar sobre nosotros un Boeing 747, hecho con 350 toneladas de metal, no nos parecerá extraño en absoluto, ni mucho menos se nos ocurrirá considerar que fuese “imposible”. Hoy es algo de rutina hacer un viaje en avión a 800 kilómetros por hora, una velocidad que habría sido considerada como una fantasía hace 200 años. El hecho de que la aeronave sea tan pesada, no nos preocupa en absoluto, ya que sabemos que puede volar, y que lo hace habitualmente, todos los días del año.
Damos por sentado, que una computadora puede hacer un millón de cosas en un segundo. Hoy en día, hemos perdido la conciencia de lo grande que es “un millón”, y sabemos que la mayoría de la gente es probable que pierda una partida de ajedrez si juega contra una máquina.
Lo que tenemos que entender es que nuestro conocimiento científico actual está lejos de ser completo, que aún hay muchísimo por aprender, y que las cosas que una persona promedio de hoy consideraría “Imposibles”, es muy probable que sean cosa de rutina dentro de unos pocos años.
Esto no se debe a que seamos estúpidos, sino a que nuestra ciencia actual aún tiene un largo camino por recorrer.
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