Me separo tan sólo un instante de mi egoísta postura para asumir como soy atrapado por el voraz enojo que despierta mi humildad.
Padezco una presión que es ejercida sobre mi por una parte de la sociedad concreta al establecer una rutina que mantengo simple mientras permanezco fiel a mis estraños comportamientos de aislamiento. Es como si estuviera dando respuesta a miles de preguntas que se amontonan escondidas bajo el anonimato generalizado de una población cada vez más deshumanizante que se resiste a ser sorprendida nuevamente por los efectos de la Resiliencia.
Ayer tuve un sentimiento muy profundo estrecharte ligado a la libertad de quienes podemos decidir mantenernos firmes a nuestra lucha por la supervivencia sin mayor esfuerzo que el de actualizar unos informes repletos de sabiduría que aportan alivio al que le entusiasme los resultados de una lectura milagrosa.
Les pongo en tesitura contando que apenas hemos dado comienzo el año 2021 abriendo la puerta a la esperanza con la llave de la escritura despejando toda clase de incertidumbres.
Es muy posible que haya encontrado, después de tantos años viviendo una doctrina capitalista, el motivo por el que valga la pena realmente vivir. No guarda más ciencia que el poder disfrutar con lo que tengo con libertad, por muy poco que sea, lo que tengo claro es que lo material solo da la felicidad por un tiempo limitado.
Se que del amor al odio puede haber un paso, soy consciente de ello por eso deposito en el bolígrafo y el papel mi mejor propósito en busca de la solución más digna y menos lesiva que me ayude a sanar mi orgullo, consiguiendo en todos los casos un resultado perfecto donde entenderme como individuo.
Los seres que me rodean a día de hoy, ya sea personalmente o a través del móvil nos hemos propuesto no dañar nuestras relaciones, en definitiva manteniendo nuestra forma de creer en la fe, en definitiva de alcanzar nuestra paz interior acotando la franja de tiempo en el trato personal, para evitar males mayores a pesar del sentimiento de rechazo.
Están siendo meses muy complejos para la inmensa mayoría de la humanidad, hasta el punto que pienso que mi lucha por no caer se vuelve contra mi, se hace lo que se debe.
Todos hemos corrido excesivos riesgos que gracias a Dios se quedan en anécdotas a la espera del siguiente yo que me sé.
Lo que si tengo muy claro es que por primera vez en mi historia me puedo juzgar a mi mismo con honestidad, esto impune a la maldad de la envidia.
La desnudez de mis palabras se graban sobre un frágil papel que parece vaya a deshacerse y/o desaparecer por el soplo de una leve ráfaga de viento.
Lo que más me preocupa ahora mismo es que me priven de mi libertad por ser humilde, lo cual no implica tener fortuna.
Eva, me gustaría que supieras que eres todo lo que necesito, que atrás quedó la incertidumbre en cuanto a nuestra forma para comunicarnos sin tapujos. Tenemos el don de la escritura que perdurará con el paso del tiempo, es un excelente método de evasión, una vez más “millions thanks darling“.
Por el bien común del que estaría mejor si aceptáramos los retos que se nos plantean en la vida de una forma más social, convirtiéndonos en un ejemplo, ahora es un buen momento.
Mi instinto dicta que me apoye en mi pareja, solo así podré tener la sensación de sentirme saciado emocionalmente para alcanzar plenitud en familia, trabajo y WhatsApp.
No existe un motivo de preocupación, poder mostrarse uno mismo como es nos permite vernos reflejados en la más pura de las humildades aunque otros vean chulería en dichos simples actos, no hay motivos para asustarse, tan solo somos víctimas de nuestra propia libertad al discernir que actos nos pertenecen.